II
Ya estamos en el Reino,
a ver lo que nos dice
el carcelero Pedro.
¡Camaradas, levantaos,
que esa paz que disfrutáis
es una paz controlada!
Todos dormitan la siesta
y nadie vuelve la cara.
¿Es posible que seáis
tan fácilmente carnada
para pescar a otros hombres
que han de perder el alma?
Os está bien empleado
el tener de carcelero
a Pedro, y a Dios,
de dictador supremo;
pero nunca sabréis
el valor de poder ser
de verdad republicano.
Porque vosotros,
vosotros que estáis en el cielo
sois capitalistas,
terratenientes,
financieros,
banqueros,
Dios...
el dictador supremo;
y san Pedro
siempre será
vuestro eterno carcelero...
Roberto D.
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