domingo, 31 de octubre de 2010

-Elegía de la distancia-
Quisiera comulgar contigo
en la distancia,
en el sol, en la luna,
en los planetas,
en la luz perpendicular del orbe,
porque el sol y la luna
son distancia,
el orbe, todo,
todo es distancia;
y ti te tragó esa vorágine,
esa distancia.
Quisiera tantas cosas...
pero la distancia me frena,
me empuja hacia un muro invisible,
hacia una malla de tiempo y de deseo.
Si no hubiese distancia,
no comulgaría, no,
sin distancia se besa,
se toca, se quiere,
se ama ¡se ama!.
Pero todo está contra mí
y en ese todo, la distancia,
¡siempre la distancia!
¡siempre una barrera!
¡un recuerdo! ¡una imagen!.
¿Por qué? -pregunto-
¿por qué? ¡¿Por qué?!
¿Por qué no ser viento,
rayo de luz, paloma,
y abarcar con mis alas la distancia?
¿Por qué no ser átomo
y estar en cada célula de tu carne,
de tu pecho, de tu alma?
¡Por qué no ser un pequeño dios
y estar siempre contigo
para siempre,
eternamente siempre?
Roberto D.

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