Voy a desmenuzar ante ti mi alma
para que la veas,
para que la ames,
para que la odies,
para que la beses,
para que la escupas,
para que me la arranques
en un arrebato de furia
mal controlado.
No me duele tu mirada
ni esa sonrisa decadente en tus labios
ni tan siquiera esa mano temblorosa
que se apoya en mis espaldas;
nada, no me duele nada...
tengo el alma tan llena de cicatrices,
tan acostumbrada
que puedes creerme:
nada, no me duele nada...
Hoy soy todavía algo de vida,
algo de esperanza, de amor,
de tragedia, de deseos,
de sonrisa, de pecado; mañana...
¡Cuánto me preocupa a mí el mañana!
Mañana seré sombra,
seré sombra de mi alma,
seré absolutamente nada,
nada...¡ Nada!
No ¡ No! ¡Escúchame!
¡Me confundí!
Confundí el mañana
¡Espera!... Hoy...
¡Eso es! Ahora es hoy,
es el presente, soy yo,
mira de frente mi alma
¡cómo me duele!
¡Amor! ¡Dolor!
¡Ira! ¡Mirada!
¡Cómo me duele!
¡Cómo me quema el alma!
Pero... Espera...
Nada, no me duele nada.
¡Qué raro!
¿Es que no tengo alma?
¡Oh, sí! ¡Yo la siento!
¡La siento aquí dentro!
Pero... Despacio...
Nada, no me duele nada.
Quizás... ¡Claro!
Está moribunda,
quieta, callada,
sin apetencias de nada...
¡Se me muere el alma!
Ven ¡Ven! ¡Date prisa!
¡Arráncamela que no siento nada!
Guarda mi alma, amor,
guárdala en el armario del mañana
¿Ves? Ya estoy más tranquilo,
casi ya no temo a ese "mañana".
Acércate un poco más,
abrázame, tengo miedo, amor,
abrázame despacio
que no se entere el alma.
Hoy, aprovechemos el hoy,
presente de nuestro amor
y después...llora por mí
que no me quedan lágrimas.
Roberto Diez Hompanera.
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