sábado, 20 de noviembre de 2010

ELEGÍA DE LA LLUVIA

- Elegía de la lluvia-
La lluvia...
esa sensación táctil,
resbaladiza,
quizás anónima,
me recuerda a ti
¿Es importante eso?
Sí, creo que sí;
para mí es importante,
me recuerda algo de ti
que no sabría definir.
Sí... la lluvia,
se lo achaco a la lluvia.
Siempre se busca una justificación
y yo echo mano de la lluvia,
porque ¿sabes?,
ahora está lloviendo,
observo la trayectoria
de cada gota de lluvia
hasta que rompe en el suelo.
Cierro los ojos.
Me parece que en cada gota vas tú,
y la caída es grande,
demasiado grande.
Llueve ¿sabes?
Me pierdo en esa monotonía
recordándote lentamente.
Te imagino ahora mismo
con el pelo mojado,
puede ser ¿no?
La lluvia no respeta.
Cuando llueve
escribo con boli verde,
se me antoja que el color de la lluvia
es verde como el musgo,
como la piel de la rana.
Tasmbién me doy cuenta
que la lluvia me ensimisma,
me metamorfosea,
pero, eso sí,
no me cambia respecto a ti.
Llueve ¿sabes?
Mientras cae la lluvia,
en su monotonía te recuerdo,
te recuerdo... ¿sabes?
Roberto D.

domingo, 7 de noviembre de 2010

ELEGÍAS

-ELEGÍA DEL TODO-
Medité lentamente
la manera oportuna,
dentro del marco del sino,
de rasgar con mis ojos
el velo inabarcable de la luz.
Con el alma prendida
de infinitos alfileres de emoción
abrí los párpados
rodeando ansiosamente
la arbitrariedad del Todo,
del eterno y absoluto Todo...
Mas, ¿qué veo? ¡Dios mío!
En ese implacable Todo
estás tú, inocente tú.
Quizás el árbol,
no, quizás no,
seguro que el árbol crece
cada año una medida,
pero también es seguro
que su tronco,
medido en nudos anuales,
caerá herido mortalmente
por los voraces mordiscos
del hacha metálica.
Es seguro que la vida sigue
pero también parará en un momento
bajo el síncope cardíaco de la guerra;
después seguirá siendo vida.
Sólo el Todo no parará,
y en ese Todo, tú, inocente tú.
Vi una silueta en el tiempo,
en el espacio
y con mis manos
la quise aprisionar,
pero la distancia,
la plaga inestinguible de la distancia
hirió mis intentos.
Si el faro inerte, ciclópeo,
es centinela de galaxias,
y si el barco del deseo
se desliza por esos mundos
empujado con la luz paralela
de ese brazo gigante,
tú has de ser forzosamente
la luz paralela del Todo.
Abarqué el Todo,
y dentro de ese Todo, el TODO,
y dentro del TODO,
¡Oh Dios mío!
Estabas tú, inocente tú.
Roberto D.