domingo, 23 de mayo de 2010

DIEZ POEMAS SOBRE EL REINO (último)

-XII-
Y cuando el primer Hombre
me pregunte
que quién soy,
le contestaré riendo,
llorando, maldiciendo:
- Yo soy el poeta
que sigue el sendero
de León Felipe,
primer poeta blasfemo.
He renunciado,
delante de Pedro, al Cielo,
he visitado el Infierno
saliendo de él a pie,
sin caballos,
sin carro,
sin cochero...
recurrí desesperadamente
al Viento,
me negaron el Silencio;
grité,
grité muy fuerte
para que me oyerais,
y solamente tú,
tú te has parado
para escucharme,
pues bien, yo soy
el otro poeta blasfemo
que negó todos los Reinos
Roberto D.

lunes, 17 de mayo de 2010

DIEZ POEMAS SOBRE EL REINO

-IX-
Y si el viento no nos oye
ni tampoco el silencio
es suficiente
para vestir el alma
o para seguir ocultándonos
el cuerpo,
renunciaremos
al viento
y también renunciaremos
a ese silencio
que no quiere ser nuestro,
porque lo nuestro
es gritar,
gritar a pleno pulmón
pare que nos oiga el viento
y para romper
infinitamente
la quietud del silencio.
Porque lo único
que nos queda,
si nos niegan el viento
y nos roban el sielncio,
es gritar,
gritar desesperadamente,
gritar hasta la afonía,
gritar hasta que nos oiga
el primer HOMBRE,
gritar,
gritar
¡Gritar!...
Gritarle a Dios,
gritar a Pedro
para que ambos sepan
que aún no nos hemos muerto.
Roberto D.

lunes, 10 de mayo de 2010

DIEZ POEMAS SOBRE EL REINO
-VIII-
- ¿Entonces
a quién gritaremos
si no hay infierno
ni cielo,
a quién gritaremos?
-Al Viento,
gritaremos al Viento,
al Viento de nuestras almas,
al Viento de nuestros cuerpos,
al Viento que nos conteste
solamente con silencio.
Al Viento,
al Viento,
gritaremos desde ahora,
gritaremos desde siempre
a la soledad del Viento,
del Viento,
del Viento...
Roberto D.

lunes, 3 de mayo de 2010

DIEZ POEMAS SOBRE EL REINO

VII
Ya hemos atravesado
todas las puertas,
todos los reinos,
te pregunto, camarada:
- ¿Ahora hacia dónde iremos?
-No lo sé, compañero,
sin caballos,
sin carro,
sin cochero,
saliendo a pie como los viejos...
sólo nos queda en las manos
la eternidad del silencio
y el viento sobre las espaldas,
camarada,
sólo el VIENTO.
Roberto D.